sábado, 4 de octubre de 2008

Hugo según Benjamin o por qué el siglo diecinueve es el siglo del espiritismo

Busto de Victor Hugo, por Rodin El último convoluto, "El muñeco, el autómata", el Z del Libro de los pasajes (Akal, Madrid, 2005, edición de Rolf Tiedemann, traducido al castellano por Luis Fernández Catañeda, Isidro Herrera y Fernando Guerrero) está a su vez dividido en 10 apartados; el d) lleva por título: "Historia de la literatura, Hugo". Benjamin repasa, según el método de reconstrucción fragmentaria del siglo que organiza el Libro, un difuso mosaico histórico de la literatura francesa del siglo XIX (Balzac, Stendhal, Dumas, Lamartine, Gautier, Saint Beuve, etc.) cuyo centro es la inquietante figura de Hugo. Las líneas en negrita son indicaciones del propio Benjamin, el resto, como se sabe, forma parte del sistema de colección de citas que compone el Libro; de entre los fragmentos dedicados a Hugo, seleccionamos los siguientes:

"El ciudadano Hugo ha hecho su debut en la tribuna de la Asamblea nacional. Ha sido, como habíamos previsto, hacedor de frases y de gestos, orador de palabras enfáticas y huecas, perseverando en la vía pérfida y calumniadora de su último cartel, ha hablado de los desocupados, de la miseria, de los ociosos, de los holgazanes, de los lazzaroni, de los pretorianos de la revuelta, de los condottieri, en una palabra, ha hecho sudar la metáfora para llegar a un ataque de los talleres nacionales." [Hoja del club pacífico de los derechos del hombre; redactor: Pélin, año 1, 22-25 de junio de 1848] (p. 752)

"El progreso es el paso mismo de Dios", Víctor Hugo [Aniversario de la revolución de 1848; Jersey, 24 de febrero de 1855, p.14] (p. 752)

"Hugo es el hombre del siglo diecinueve, así como Voltaire lo fue del siglo dieciocho (...) He aquí el siglo diecinueve que se cierra antes de su final. Su poeta ha muerto" [Necrológicas de Hugo en Le National Republicain, París, 1885]. (p. 753)

"Fue el poeta, no de sus propias torturas (...) sino de las pasiones de los que lo rodeaban. Las voces lastimeras de las víctimas del Terror pasaron a sus Odas. Después el repique de las victorias napoleónicas repercutió en otras odas. Más tarde debió dejar que pasara el grito trágico de la democracia militante, ¿y qué es la Leyenda de los siglos sino el eco del vasto clamor de la historia humana? Parece que ha acogido el suspiro de todas las familias en sus versos de hogar, el aliento de todos los amantes en sus versos de amor. Tanto es así que gracias a no sé qué siempre colectivo y general, la poesía de Hugo toma un carácter de epopeya" [Paul Bourget, necrológica de Víctor Hugo en Journal des Débats, París, 1885]. (p. 753)

En el debate parlamentario del 25 de noviembre de 1848, Víctor Hugo votó en contra de la representación de la revuelta de junio por Cavaignac. Pero el 20 de junio había pronunciado la siguiente frase en el debate sobre los Talleres Nacionales: "La Monarquía tenía a los ociosos, la República tendrá a los Holgazanes". (pp. 754-755)

"La multiplicación de los lectores es la multiplicación de los panes. El día en que Cristo encontró este símbolo, entrevió la imprenta" [Víctor Hugo, William Shakespeare]. (p. 756)

Dibujos de Hugo en su casa de Place des Vosges 6, donde vivió de 1832 a 1848: "Dolmen donde me ha hablado la boca de sombra", "Ojiva", "Mi destino" (una ola gigantesca), "La vela huye, la roca permanece" (una costa rocosa y sombría, en primer plano un velero), "Ego Hugo", "VH" (monograma alegórico), "Encaje y espectro". Un velero con el subtítulo Exilio, una lápida con el subtítulo Francia (hacen pareja, frontispicio de su propia mano con dos de sus libros), "El pueblo en la gloria", "Fracta sed invicta" (buque naufragado), rompeolas, el manantial de Altdorf, donde parecen haberse congregado todas las tormentas del mundo. (p. 756)

"Hemos tenido la novela de los bandidos purificados por el baño, la novela de Vautrin y de Jean Valjean; y no era para condenarlos... los escritores evocaban esos tristes personajes... Y es en una ciudad que cuenta con ciento veinte mil muchachas que viven clandestinamente del vicio, y cien mil individuos que viven de las muchachas, en una ciudad infestada de prófugos de la justicia, bandidos, desvalijadores, atracadores, ruleteros, chantajistas, filósofos, arribistas, surqueros, hileros, ángeles de la guarda, pandilleros, algarrobos –en una ciudad donde acaban de encallar todos los restos del desorden y del vicio, donde la menor chispa puede encender al populacho sublimado, es en esta ciudad donde se fabrica esa literatura disolvente... Los misterios de París, Rocambole y Los miserables". [Charles Lauandre, Las ideas subversivas de nuestro tiempo, París, 1872, pp. 35-37. (p. 756-757)

Víctor Hugo escucha atentamente la voz interior de la multitud de sus antepasados: "La multitud que él escuchaba, admirativamente, en su interior, como anunciadora de su popularidad, lo inclinó hacia la multitud exterior, hacia los Idola Fori, hacia el inorganismo de las masas... Buscaba en el tumulto del mar, el estrépito de los aplausos". "Pasó cincuenta años cubriendo con un paño, participando del amor del pueblo, su amor por la confusión, por toda confusión, a condición de que fuera rítmica" [León Daudet, Las obras en los hombres, París, 1922, pp. 47-48] (p. 757)

Sobre Hugo: "Ha puesto las urnas electorales sobre las mesas giratorias" [Edmond Jaloux, "El hombre del siglo XIX", Le temps, 9 de agosto de 1935] (p. 758)

"Ese antiguo, ese genio único, ese pagano único, ese hombre poseedor de un genio único estaba devastado por al menos dos politicastros, un politicastro político que lo hizo demócrata y un politicastro literario que lo hizo romántico. Ese genio estaba podrido de talento." [Charles Péguy, Obras Completas 1873-1914, París, 1916, p. 383] (p. 760)

A propósito de Hugo: Baudelaire creía en la coexistencia del genio y la estupidez. Baudelaire a propósito de Hugo: "Tiene siempre la frente inclinada, demasiado inclinada como para ver algo excepto su ombligo". (p. 761)

Pobre pero limpio: es el eco de uno de los capítulos de Los miserables: "El lodo es decir el alma". (p. 761)

El soberbio libro séptimo de la cuarta parte de Los miserables –"El argot"–, elimina con su turbia reflexión final las ideas penetrantes y audaces que contiene, dice así: "Después del '89, el pueblo entero se dilata en el individuo sublimado; no hay pobre que, en posesión de sus derechos, no tenga su rayo; el muerto de hambre siente en él la honestidad de Francia; la dignidad del ciudadano es una armadura interior; quien es libre es escrupuloso; quien vota, reina" [Víctor Hugo, Los miserables, Obras completas 8, París, 1881, p. 306]. (p. 761)

Sobre Los miserables: "Esos pedazos de filosofía, de historia, de economía social hacen el efecto de agua fría arrojada sobre el lector helado y desalentado. Es la hidroterapia aplicada a la literatura" [Alfred Nettement, La novela contemporánea, París, 1864, p.364]. (p. 761)

Víctor Hugo según una ley de su naturaleza poética, tiene que imprimir en cada pensamiento la forma de su apoteósis. (p. 762)
"Víctor Hugo se había puesto con las voces de la reacción... Constantemente había votado a la derecha... A propósito de los Talleres Nacionales, el 20 de junio de 1848, los había considerado un doble error, tanto financiero como político. Por el contrario en la Asamblea Legislativa se vuelve a la izquierda, de la que se convierte en uno de sus oradores más agresivos. ¿Es por una evolución... o por decepción de amor propio y rencor personal contra Luis Napoleón, de quien había deseado, de quien había esperado convertirse en ministro de instrucción pública?". [E. Meyer, Hugo en la tribuna, Chambery, 1927]. (p. 763-764).

"En 1862, época en la que Hugo escribe Los miserables, el número de analfabetos ha disminuido efectivamente en Francia. A medida que el pueblo instruido se convierte en cliente de librería, los autores escogen a sus héroes de entre la multitud, en Hugo es en quien mejor se puede estudiar este fenómeno de socialización, el primer gran poeta en dar a sus obras títulos comunes: Los miserables, Los trabajadores del mar". [Pierre Hamp, "La literatura imagen de la sociedad", Enciclopedia francesa, Artes y literatura en la sociedad contemporánea, I, p.64]. (p. 770)

Con Víctor Hugo vale lo mismo que con Dickens: "Dickens es un ejemplo admirable de lo que ocurre cuando un autor de genio tiene el mismo gusto literario que su público. Esta conformidad de gusto era de orden moral e intelectual". G.K.Chesterton, Dickens, París 1927, p.175]. (p. 771)

En casi todos los románticos el arquetipo del héroe es el bohemio, en Hugo es el mendigo. No hay que olvidar al respecto que con la literatura Hugo llegó a ser rico. (p. 773)

De las actas de las sesiones espiritistas en Jersey (cit. Albert Béguin, El alma romántica y el sueño; Marsella, 1937) a las que Béguin adjunta esta buena observación: "Hugo transporta a su mitología todo cuanto recibe su espíritu -y que puede parecer necedad pura si se juzga con el criterio de la razón-; procede más o menos como el salvaje en las bellezas de la instrucción pública, gratuita y obligatoria. Pero su venganza (y su fatalidad también) será convertirse él mismo en el mito de una época desprovista de todo sentido mítico". De modo que Hugo lleva el espiritismo a su mundo: "Todo gran espíritu realiza en su vida dos obras: su obra de vivo y su obra de fantasma... Mientras el vivo realiza la primera obra, el fantasma pensativo, por la noche, durante el silencio universal, se despierta a la vida. ¡Oh terror! ¿Qué? dice el ser humano, ¿no es eso todo? -No, responde el espectro, levántate, ponte en pie, hay mucho viento, los perros y zorros aúllan, las tinieblas están en todas partes, la naturaleza se estremece y tiembla bajo la soga del azote de Dios.., El espectro escritor ve las ideas fantasmas. Las palabras se espantan, las frases tiritan, el cristal palidece, la lámpara tiene miedo. ¡Ponte en guardia! Oh hombre de un siglo, oh proscrito de una idea terrestre, porque esto es la locura, porque esta es la tumba, porque esto es el infinito, porque esto es una idea fantasma.". El gran espíritu, en el mismo contexto: "A veces encuentra la certeza como si fuera un obstáculo y a veces la claridad como si fuera un temor" (p. 391). -Del Poscriptum de mi vida. "Existe una hilaridad de las tinieblas. Flota una risa nocturna. Hay espectros alegres (p. 396). (p. 777)

Hugo se regodea, como es sabido, en largas enumeraciones de grandes genios –y no sólo en el William Shakespeare–. Hay que pensar en la obsesión del poeta por imaginar su nombre proyectado a escala gigantesca; es sabido que leyó como una H las torres de Notre-Dame. Sus experiencias espiritistas constituyen otro aspecto del mismo tema. Los grandes genios, cuyos nombres repite incansablemente en distinto orden, son sus "avatares", encarnaciones del yo, presentes ante él. (p. 777)

Este pasaje decisivo en "Lo que dice la boca de sombra", hace estallar el estado de conciencia del siglo:

¡Llorad sobre la araña inmunda, sobre el gusano,
Sobre la babosa de dorso empapado como el invierno,
Sobre el vil pulgón que vemos colgar de las hojas,
Sobre el repelente cangrejo, sobre la horrible escolopendra,
Sobre el aterrador sapo, pobre monstruo de dos ojos,
Que siempre mira al cielo misterioso
Comparar el último verso con el de "Los ciegos", de Baudelaire. (p. 778)

Las quimeras de Notre Dame deben ser más o menos de la misma época que la novela de Hugo. "Aquí Viollet-le-Duc... tan fuertemente criticado, llevó a cabo una obra notable. Estos diablos y monstruos son, efectivamente, hermanos de las figuras grotescas que produjo la Edad Media, que veía demonios por todos lados, y los veía realmente" Fritz Stahl, París, Berlín, 1929. Encontramos en Hugo un fenómeno en verdad análogo. Se trata aquí quizá de una cuestión que coincide con esta otra: ¿por qué el siglo diecinueve es el siglo del espiritismo? (p. 779)

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