miércoles, 29 de octubre de 2008

Oda a Francia, según Abrams

En la sección “La política de la visión: dominio, servidumbre y libertad” del capítulo seis de El Romanticismo: tradición y revolución, Abrams trabaja las distintas transposiciones del imaginario de la Revolución a campos no políticos, en tanto “metáforas del espíritu que invaden la discusión de la percepción, la intelección y la imaginación” (358). Luego de considerar un corpus de textos filosóficos alemanes, en los cuales la relación entre el sujeto y el objeto, el espíritu y la naturaleza, se representa a partir del drama de la liberación, es decir, en términos de sumisión y libertad, de servidumbre y dominio, de lucha, tiranía o igualdad, investiga Abrams cómo la misma transposición se detecta también en los textos literarios de los románticos ingleses. Particularmente, se detiene en los casos de Wordsworth y Coleridge, quienes “identifican el fracaso de las metas revolucionarias en Francia como la ocasión que les hizo transferir su búsqueda de la libertad de la revolución y las guerras de liberación a la experiencia del espíritu en la percepción” (364).
---En el contexto de este planteo, consustancial al tema general del libro, Abrams propone analizar "Francia, una oda" de Coleridge, bajo el supuesto de que sólo es comprensible si aceptamos que “gira en torno a la conversión de los conceptos políticos de la esclavitud y la libertad en metáforas del espíritu en su relación con la naturaleza” (Ibidem). Transcribimos a continuación el análisis textual de la oda [hemos sustituido la traducción del poema que aparecen en el libro por la nuestra]:

La Oda se abre con una invocación a las nubes, olas, bosques, sol y cielo, elementos “imperiosos” del escenario natural que, puesto que “sólo siguen eternas leyes” y son así independientes de todo “control” fuera de su propio ser, funcionan como tipo de “todas las cosas que son y será libres”; están pues calificadas para “atestiguar” la interrumpida adoración del poeta del “espíritu de la más divina Libertad”. “Cuando Francia con ira alzó sus gigantes miembros / ... y dijo que sería libre”, él había volcado en ella y en su “la lanza opositora de tiranos” sus esperanzas de libertad universal; y hasta durante la guerra británcica contra Francia y el Reino del Terror, había mantenido su fe en la inminencia de una nueva tierra de libertad, amor y alegría. “"Y pronto", dije,

la Sabiduría enseñará su saber
en las bajas chozas de los que trabajan y gimen
y, conquistándolas solo con la felicidad,
Francia obligará a las otras naciones a ser libres,
hasta que el amor y la alegría miren en torno
y vean la tierra en su poder.

Pero ahora Francia ha invadido a su vez Suiza, en una guerra de conquista dirigida contra la “la libertad incruenta del montañez”, y ese acontecimiento le ha llevado finalmente a reconocer que la libertad no puede ganarse ni imponerse por el poder exterior, y que la revolución por un pueblo que está perpetuamente esclavizado –es decir, que el espíritu de sus ciudadanos está confinado por los límites de sus propios sentidos físicos– simplemente sustituye una esclavitud por otra.

El Sensual y el Oscuro en vano se rebelan,
esclavos de su propia compulsión. En un juego furioso
rompen sus grilletes y usan la palabra
Liberación grabada en cadenas más pesadas.
¡Oh, Libertad! ...
pero tu no enardeces el canto del vencedor y nunca
respiró tu alma con la forma del poder humano.

El poema se cierra con una situación romántica ejemplar: el hablante a solas en un acantilado batido por el viento, frente al paisaje abierto, y experimentando una libertad esencial en el poder de su ser de unirse a la escena que se despliega ante él y volverla a poseer en un acto de percepción liberada que es un acto de amor espontáneo:

Y allí te sentí, al borde de ese risco marino,
cuyos pinos, apenas transitados por la brisa,
se unen en un único murmullo al oleaje distante.
Sí, mientras de pie admiraba estas cosas, con la frente desnuda,
y lanzaba mi ser por la tierra, por el mar y por el aire,
abrazando todo con el más intenso amor,
oh, ¡Libertad! allí te sintió mi espíritu.

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