martes, 7 de octubre de 2008

El árbol de la libertad

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"Tres jóvenes estudiantes vivieron con entusiasta júbilo en la Fundación de Tübingen los grandes días de la Revolución Francesa. Plantaron con juvenil entusiasmo un árbol de la libertad, danzaron en torno suyo y juraron eterna fidelidad al ideal de la gran lucha liberadora. Cada uno de esos tres jóvenes ― Hegel, Hölderlin, Schelling ― ha representado en su posterior evolución una posibilidad típica de la reacción alemana a la evolución en Francia" (Lukács, "Goethe y su época", p. 214).
---Al árbol sadeano del crimen puede oponerse este árbol de la libertad, surgido del ÄSP. Impropiamente, pero con razones para ser impropios, podemos reconocerlo como la versión abstracta del árbol en torno al cual danzaron los tres jóvenes estudiantes de Tübingen.
---Philippe Lacoue-Labarthe y Jean-Luc Nancy hicieron arrancar de allí su antología crítica del romanticismo teórico (L'absolu littéraire, 1978), no tanto porque reúna los tres itinerarios paradigmáticos que refiere Lukács como porque permite leer en el romanticismo la voluntad postkantiana de responder a la desubstanciación del sujeto trascendental por la vía del arte. En efecto, como apuntan los filósofos franceses, lo específicamente romántico de este programa idealista, lo que lo distingue de la metafísica idealista en que se funda, es la identidad entre filosofía y arte, el que "la filosofía del espíritu" sea, en las palabras del ÄSP, "una filosofía estética". Al igual que en el idealismo, el “Espíritu” refiere al concepto de organismo, de sistema viviente, autorregulado, pero lo que vuelve al texto “romántico” (y literario) es que la vida sea “bella” y que el sistema orgánico sea, pues, “obra de arte”. La idea de belleza, savia de este árbol, aparece como la generalidad misma de la Idea, como aquella idea que todo lo une, algo así como la idealidad de la Idea, superando todas las oposiciones, empezando por la tan problemática de sistema y libertad. Y siendo la belleza la idealidad de la Idea, la Estética especulativa debe transformarse, a su vez, en Especulación estética, en mitología de la Razón. Así, el arte se constituye en el órgano especulativo por excelencia, y el acto estético es “el más alto acto de la Razón”.
J.L.

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