viernes, 19 de junio de 2009

"el ejercicio del lenguaje ligándose con la sangre vertida"

-----"Si la Revolución no modificó las normas de la escritura clásica, porque el personal pensante seguía siendo de todos modos el mismo y sólo pasaba del poder intelectual al poder político, las excepcionales condiciones de la lucha produjeron sin embargo en el seno mismo de la gran Forma clásica, una escritura propiamente revolucionaria, no por su estructura, más académica que antes, sino por su cercamiento y su doble: el ejercicio del lenguaje ligándose, como nunca había sucedido en la Historia, a la sangre derramada. Los revolucionarios no tenían ninguna razón para querer modificar la escritura clásica, no pensaban de ningún modo poner en tela de juicio la naturaleza del hombre y menos aún su lenguaje: un 'instrumento' heredado de Voltaire, de Rousseau o de Vauvenargues, no podía parecerles comprometido. La singularidad de las circunstancias históricas formó la identidad de la escritura revolucionaria. En algún lugar, Baudelaire habló de la 'verdad enfática del gesto en las grandes circunstancias de la vida'. La Revolución fue, por excelencia, una de esas grandes circunstancias en que la verdad, por la sangre que cuesta, se hace tan pesada que requiere, para expresarse, las formas mismas de la amplificación teatral. La escritura revolucionaria fue ese gesto enfático que era el único en poder continuar el cadalso cotidiano. Lo que hoy parece exageración era entonces la medida de la realidad. Esta escritura que tiene todos los signos de la inflación fue una escritura exacta: nunca el lenguaje fue menos inverosímil y menos impostor. Ese énfasis no era solamente la forma moldeada sobre el drama; era también su conciencia. Sin ese extravagante drapeado, propio de todos los grandes revolucionarios, que le permitió al girondino Gaudet, detenido en Saint-Emilion, declarar, sin ser ridículo porque iba a morir: "Sí, soy Gaudet. Verdugo, haz tu oficio. Lleva mi cabeza a los tiranos de la patria. Los hizo siempre palidecer: cortada, les hará empalidecer aún más", la Revolución no hubiera podido ser ese acontecimiento mítico que fecundó la Historia y toda idea futura de la Revolución. La escritura revolucionaria fue como la entelequia de la leyenda revolucionaria: intimidaba e imponía una consagración cívica de la sangre."

Barthes, Roland, "El grado cero de la escritura", en El grado cero de la escritura, seguido de nuevos ensayos críticos, México, Madrid: Siglo XXI, 1997, pp. 28-29.

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